Tras varias ediciones pasadas por agua, Fuentepelayo celebra su novena
Subida a San Cebrián en una carrera en la que Dabad Anouar y Gema Martín
Borgas vencieron tras 14,8 kilómetros.
Fuentepelayo pudo mezclar en la tarde de ayer lo encomiable de un evento
solidario con una carrera pedestre con verdadero nivel deportivo. Este
año no vención Ait Hadi Youness, cuádruple vencedor en la categoría
masculina, sino su compatriota marroquí Dabad Anouar. Tuvo que superar
la resistencia de Luis Miguel Sánchez Blanco, plata en la Media Maratón de Segovia. La vencedora femenina en la meta del
de Segovia. La vencedora femenina en la meta del Acueducto,
Marta Mazaira, no pudo revalidar el triunfo cosechado el año pasado en
Fuentepelayo y tuvo que ceder la corona a Gema Martín Borgas, ganadora
hace dos años.
Los aspirantes al triunfo en la categoría masculina se marcharon en
solitario desde el tramo inicial. Anouar acabó tensando demasiado la
cuerda para el abulense Luis Miguel Sánchez, ganador este año de la
Carrera Monumental, y se quedó en solitario cuando apenas quedaban dos
de los 14,8 kilómetros de la prueba. Agotado en su lucha por mantener
contacto con la cabeza, Sánchez desfalleció y perdió 500 metros después
el segundo puesto. Anouar fue quien hizo caer la cinta de la meta con un
tiempo de 48 minutos y 35 segundos; Juan Antonio Cuadrillero terminó
segundo a una distancia de 14 segundos y Sánchez cerró el podio parando
el cronómetro en 49 minutos y 17 segundos.
Habla muy bien de la prueba que la triunfal ganadora de la Media Maratón
de Segovia, una carrera de reconocido prestigio a nivel regional, tan
solo pudiera ser segunda en la plaza Mayor de Fuentepelayo. Gema Martín
Borgas se impuso con suficiencia en el tramo final y recuperó el título
cosechado hace dos años. La pucelana Mazaira, flamante ganadora en 2014
con un tiempo de 57 minutos y 57 segundos, mantuvo una regularidad
matemática y llegó a meta un segundo antes, ya lejos de la bicicleta que
identificaba a la primera mujer de la prueba. Por entonces, Martín
Borgas, que paró el reloj en 55 minutos y 37 segundos, ya empezaba a
respirar con normalidad.